La villa de Magacela recibió su nombre de la antigua Umm Gazala árabe, población que asentada en lo más alto del cerro, se refugiaba en torno a los muros de su enorme fortaleza. La importancia de la plaza se aprecia de antemano en el encabezamiento “Umm” de su topónimo, ya que según los diferentes estudios llevados a cabo, es éste indicativo de las principales ciudades de la división administrativa del territorio hispano-musulmán.
También se le han otorgado otros apelativos como el latino Magna Cella (Gran Despensa) debido a la riqueza cerealística de la zona y el de Magalia Quondam (Chozo o Refugio de Pastores); aunque hoy en día los historiadores no dudan en identificar Umm Gazala (Gran Madre o Casa Grande o Segura) como la población que dio nombre a la actual. El término Umm Gazala, según Manuel Terrón Albarrán evolucionó de la siguiente manera: Umm Gazala, Ummagazala, Magazala, Magazela y actualmente escrito:Magacela.
En toda la comarca de La Serena es conocida la leyenda de la princesa mora que relata de la siguiente manera Antonio Agúndez refriéndose al castillo: «La princesa mora que lo habitaba había comido opíparamente, y hubo de dejar los postres ante el estruendoso aparato de guerra de los cristianos, que ya asomaban por almenas y portillos, dándose muerta a la vez que exclamaba: “Amarga cena, amarga cena para mi”. De ahí vino Malgacena y de ahí pasóse a como la conocemos». Popularmente es el origen que se le da al nombre de la población, aunque son los otros topónimos antes indicados los que cuentan hoy en día con un mayor grado de credibilidad científica.
Aunque el topónimo de la localidad se remonta a la etapa medieval, debemos buscar el origen de esta población en la prehistoria. Testimonios de estos primeros ocupantes son un dolmen situado en el llano y excelentes pinturas rupestres en las paredes de unos abrigos en la sierra. Son éstos testigos, junto a una estela decorada de final de la Edad del Bronce, que hablan de la considerable importancia de la zona en tiempos remotos.
El dolmen, asentado en la llanura, es soporte de una serie de interesantes grabados esquemáticos datados en el III milenio a. C.. Los abrigos, por otro lado, son claros referentes a la hora de estudiar las representaciones pictóricas del arte rupestre esquemático en la provincia de Badajoz y de toda Extremadura. La estela decorada, actualmente en el museo Arqueológico Nacional, muestra un guerrero con todos los atuendos de la época y la influencia de otros puntos del Mediterráneo y, como podemos ver en su casco, de diferentes enclaves de Europa.
De época romana también tenemos testimonios visibles e importantes. Las referencias históricas de ocupación en este periodo se limitan a las extraídas del Itinerario de Antonino Pío, donde menciona el asentamiento como la mansión romana de Contosolia que, de acuerdo con las distancias del “Per Lusitaniam ab Emerita Caesaraugustam” y el “iter ab Corduba Emeritan”, se ubica tradicionalmente en Magacela, aunque aún se discute sobre si es ésta u otra localidad cercana el núcleo al que responde este nombre. De igual modo, los historiadores tampoco se ponían de acuerdo en si en etapas más remotas los muros ciclópeos del castillo albergaron la Arsa Túrdula o el poblado de Astyla, si bien esto está ya practicamente descartado.
Siempre se ha dado importancia a un asentamiento en época prerromana, incluso algunos autores situaban en Magacela la muerte de Viriato en lucha con las tropas romanas del General Cepión en el año 139 a. C. Ya podemos descartar esta hipótesis, pues la escasez de vestigios en altura hasta la etapa tardo-republicana romana certifica la nula o escasa presencia militar en el cerro antes de la romanización. La fundación de Magacela se puede asegurar como plenamente romana, a mediados del siglo II a. C.
El perido tardo-antiguo o alto medieval, tradicionalmente conocido como "visigodo" o tardorromano, es la fase más oscura y meno estudiada por falta de testimonios destacados, ya que éstos se limitan a unos cuantos restos arqueológicos dispersos en el llano y de ámbito agropecuario, aunque de notable interés para ser objeto de estudio.
Por otro lado, son numerosos los testimonios y referencias históricas que tenemos con la llegada de los almohades y sus sucesores y enemigos, los cristianos.
En los últimos años del siglo XII, son estos almohades los que se hacían fuertes al abrigo de los muros de su fortaleza aguantando la plaza en un primer momento hasta 1232 cuando: «... el Maestre D. Arias Pérez, que habiendo tomado por armas la Ciudad de Truxillo, dejando buen presidio de gente en su guarda, con quinientos Caballos y muchos Infantes, pasó adelante con ánimo de conquistar algunos Castillos y Villas de el Partido que hoy llaman de La Serena. El primero que rindio (a lo que yo puedo entender por buenas conjeturas) fue el de Mojafar ... de alli pasó sobre Magacela, que dos leguas distante en lo más empinado de un levantado monte tiene su aliento. Llego, asediola, y á los primeros asaltos reconocio las pocas fuerzas de los que la defendian; continuólos el Maestre, y no pudiendo sufrirlos la rindieron junto con el Castillo que ya otra vez habian sido ganados por el Rey de Leon, y vuelto á perderse, como dice Francisco de Rades». Así relata Torres Tapia la toma de Magacela, llevada a cabo durante el reinado de Fernando III.
Rades y Andrada en la Chronica de las tres Ordenes y Caballerias de Santiago, Calatrava y Alcantara informa de una primera conquista cristiana del castillo y su posterior pérdida: «Despues el año siguiente el Maestre junto hasta quinientos de cavallo y muchos peones, con los cuales entro en una parte de Estremadura que aun estaba en poder de Moros, y gano por fuerça de armas la villa de Magazela con su castillo, la qual antes avia sido ganada por el Rey de Leon, y avia buelto otra vez a poder de Moros».
En oposición a los relatos cristianos, que hablan de ocupación por armas, Terrón Albarrán indica que las crónicas árabes aportan una visión muy diferente de la primera conquista de la fortaleza, pues el Bayân y el Anónimo de Madrid aseguran que el castillo fue evacuado por los almohades antes de que llegase la ofensiva del rey Alfonso VIII.
Por otro lado, Antonio Agúndez fecha la toma definitiva de Magacela en febrero de 1235 ya que Mélida aporta un privilegio de Fernando III fechado en mayo de ese mismo año: «ano quo capta fuit Magacela, dice, y los Anales Toledanos, con estas palabras, Los freyres de las órdenes prisieron a Magacela en febrero, era MCCLXXIII (año 1235)».
Pese a las numerosas fechas e incertidumbre sobre la datación final de la toma definitiva de la fortaleza y villa, con toda seguridad fue en 1234 cuando se logró la desocupación de las tropas musulmanas, según los últimos indicios documentales contrastados.
El 24 de abril de este último año citado será donada la plaza a la Orden de Alcántara a cambio de Trujillo constituyéndose en encomienda y sirviendo como base para la repoblación de La Serena: «Dono itaque vobis et concedo Magacellam, Villam quae est ultra flumen de Guadiana, cum suo Castello, et cum omnibus terminis, pertinentis et directuris suis, et in aeternum irrevocabiliter possideatis».
En 1253 se deslindan los términos «entre Magacela e Hornachos, entre Reyna y Benquerencia»; más tarde, después de que en 1254 Alfonso X confirmara esta donación de Fernando III y la segunda carta de partición con las tierras de Medellín, estableciendo así los términos de las órdenes de Alcántara y Santiago, se incorporó a la Mesa Maestral, fundándose un convento de caballeros y clérigos junto a otro con título de Prior. Se establece la casa prioral y Magacela se convierte en cabeza de partido, de ella dependían Villanueva de Magacela o de los Freyres (Villanueva de La Serena), La Haba, Quintana, La Guarda, Campanario y Aldehuela (La Coronada); siendo esta etapa la de mayor esplendor de la villa.
Tras la reconquista que hemos citado, la población, resguardada siempre en los muros del castillo, se convierte en un crisol de culturas, conviviendo habitantes islámicos junto a cristianos, «... hasta que los Reyes Católicos de gloriosa memoria D. Fernando y D. Isabel mandaron expeler todos los de sus reinos que no quisiesen convertirse a nuestra santa fe».
Enrique II dispuso en 1369 algunas leyes a favor de la población árabe: «que los Moros y Moras no pudiesen estar presos, sino en su cárcel propia, ni darles tormento otro que su Alcalde Moro...». La aljama mora de Magacela era la más importante de La Serena junto a la de Benquerencia; éstas, existentes desde el siglo XIII, eran para Fernández Nieva las de más alto número de población musulmana, llegando a considerar a ésta mayoritaria y señalar a estas villas como centros de alto grado de islamización. La importancia de dichas aljamas radica en hechos significativos como el que en 1388 el Maestre Martín Yánez exima de determinada contribución a las «Alxamas de los nuestros Moros de las nuestras villas de Magacela e Benquerencia». A mediados del siglo XV, en el testamento de D. Gutiérre de Sotomayor se ordena «...sean tornadas a los moros de Marcela (Magacela, como ya corrige el Conde de Canilleros) las bacas e bueies que les tomaron por el ruido que dieron». Acontecimientos como este y los numerosos datos que remite Pilar Mogollón, nos hacen ver que en Magacela, Benquerencia y Hornachos, se encontraban las comunidades de moriscos más radicales de Extremadura en los siglos XV y XVI.
En este siglo XVI aún se advierte el más que considerable sustrato islámico de la población, pues Colón refiere en su Cosmografía que «magazela es villa de cien vecinos es cabeça de partido de la serena e tiene fortaleza e los vecynos son de moriscos e está en un alto». Incluso hasta el siglo XVII y tras la expulsión de los moriscos por Felipe III tenemos presencia musulmana en Magacela, pues como refiere Santos Neila, en los prioratos de San Marcos de León y en el Magacela, se ocultó en gran parte la existencia de éstos. Magacela, al igual que Villanueva, Benquerencia, y Zalamea, también contó con una judería, si bien de menor relevancia que la población islámica.
Es significativo señalar la importancia que dieron a Magacela el Maestre de la Orden de Alcántara D. Gómez de Cáceres y Solís y el Clavero de esta misma Orden D. Alonso de Monroy protagonizando la llamada Guerra del Clavero por la disputa de la plaza del castillo de Magacela, que al final consiguió D. Alonso de Monroy en 1473 una vez nombrado Maestre, título por el cual había luchado en contra del antiguo Maestre.
El elemento más significativo de la villa, la fortaleza, centro neurálgico de la administración y sede del poder desde tiempos remotos, en 1504 y perteneciendo a la Mesa Maestral, recibía la cantidad de 86.667 maravedís para sus menesteres. Bien avanzado el siglo XVI, se hacía mención de un importante arsenal en el castillo, caso raro en las demás plazas de la Orden, que, en el «caso de aparecer armamento se declara como viejo, anticuado y escaso». Con motivo de la toma del cargo de Alcaide por Juan de Ynestrosa, se hace una relación del armamento existente desde que fue mandatario de la Alcaidía Juan de Castilla, en 1584, y de las piezas que fueron recibiendo sus sucesores como Cosme de Meneses.
El armamento de defensa de la población, en definitiva, se muestra abundante a pesar de que parte de éste y de otro material fuera entregado a algunos Alcaides en los años finales del siglo XVI. En el primer cuarto del siglo XVIII aun se está haciendo recuento del mismo.
A finales del siglo XVIII, la Alcaidía del arruinado castillo se adjudicaba al juzgado de iglesias de la Orden con sede en Almadén como informa Agúndez. En esta fecha el Priorato de Magacela cuenta con una gran actividad figurando en su frente D. Manuel Feliciano de Silva y Pantoja, pero ya viviendo en Villanueva. Explica el Magistrado Cubeles que el traslado de la sede prioral a esta localidad fue por «... total carenzia de aguas ... lo prenotado motivo para que un combento de freires que hubo en esta villa, de que era cabeza referido Señor Prior, se trasladase a dicha Serena». A su vez, como hemos indicado, el castillo ya se encuentra algo deteriorado: «Es poblacion con castillo y fortaleza, que la injuria de los tiempos los ha arruinado en la maior parte ...».
En esta visita de La Real Audiencia de Extremadura a la villa, se solicita que las rentas del castillo fueran gozadas por los vecinos de la jurisdicción: «...combendria se prefiriese en su goze a este nezesitado vezindario, ...». Éstas, conocidas entonces con el nombre de «Alcaidía», consistían en «doscientas cavezas de yerva de ymbernada en los propios de esta villa, que suelen venderse a precio de ocho reales por pujas entre los trasumantes, ...».
A partir de estas fechas, e incluso mucho antes, la importancia de la villa en la comarca deja de ser significativa, pasando la localidad totalmente desapercibida para la historia regional durante los siglos XIX y XX. Es ahora cuando otras localidades toman verdadero protagonismo debido a su crecimiento económico y social, dejando a Magacela en la sombra y continua regresión, factor este último que se aprecia significativamente hoy en día.
El final del Priorato se anuncia en los años centrales del periodo decimonónico. En 1851, el Gobierno y la Santa Sede firman un acuerdo con el que se pretende establecer una nueva demarcación territorial, disolviendo la hasta ahora establecida de las Órdenes Militares. Tras la oposición de los Priores a ceder poder y privilegios, una treintena de años después, la bula pontificia Quo gravius acaba suprimiendo el sistema de Prioratos y agregando sus territorios al Obispado correspondiente.
El retroceso y perjuicio que sufre la villa en la época contemporánea, no sólo se refleja en lo económico, demográfico y social; su patrimonio, aspecto que nos incumbe en este trabajo, se ve seriamente dañado, destruyéndose durante la contienda civil el archivo parroquial y retablo de la iglesia.
Este texto ha sido resumido y extraído de la obra: GUTIÉRREZ AYUSO, Alonso: El Patrimonio de Magacela de la Orden de Alcántara. Badajoz, 2022.